domingo, 13 de septiembre de 2009

Concupiscencia


¿Por qué?
¿Por qué las llagas
no perecen frente a una goma?
¿Qué ha de hacer el corazón desvalido
para perdonarse a sí mismo
el error del amor?
¿Cómo evitar el infortunio sangrante
de un futuro poco prometedor?
¿Cómo quitar de mi las huellas
de un intenso amor?

"Paciencia", susurran los árboles,
pero ni la araucaria comprendería
que el tiempo no siempre basta,
no al menos en estos casos.
El tiempo no cura las heridas
solo las distancia de la realidad,
y yo no quiero que la realidad
me golpeé una mejilla
porque no sabré, nuevamente, poner la otra.

El reloj traicionero se retrasa
justo en los peores momentos
y yo no hallo una salida
para este juego de nunca acabar,
este juego que ayer llamé amor
y que hoy desilusión.

Encadenada ya sé estoy,
perdida y desorientada
buscando por recovecos una mirada
y alguna palabra alentadora,
no que me haga sentir bien ahora
sino que vuelva a brotar en mí
la esperanza destrozada ayer
por un loco en la alborada

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