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Resulta que también me canso. Levantarme todos los días a las 6.10 am, ir a ese incómodo shower, vestirme en mi habitación, tomar desayuno mientras me maquillo, salir de casa con las llaves en mano y revisar si el pase está en mi mochila. Caminar una cuadra larguísima para tomar una micro que llega en 25 minutos al liceo cuando si me fuese en auto llegaría en 3. Sentarme todos los días en el mismo lugar, con la misma compañera de banco, tener el mismo horario de lunes a sábado y hacer lo mismo los domingos. Resulta que si alguien me saca por un segundo de mi preciada rutina me pongo mal, me siento vulnerada e invadida dentro de lo úinico que he sabido forjar. Y me cansa que todos sean igual, me agota que la gente desconfie de mi suponiendo que me conocen y que no les he dado motivo alguno para ello. Y cuando me canso las lágrimas vacías caen por mi faz, lágrimas vacías son y serán, de esas que da lo mismo mentir cuando te ven con los ojos hinchados porque realmente no vale la pena explicar que algo te sacó de tu rutina y no sabes como reaccionar a ello más que con llanto. De eso se me escapa cuando me dicen espérame y no llegan, cuando me dicen te extrañé pero veo que no me necesitas, cuando veo una foto familiar y veo que la familia ya no crece, al contrario va diminuyendo, cuando me miro a mi y sigo siendo la niña con el alma bondadosa para con el mundo pero que si la miran feo se quiebra por dentro, la misma que se muere de vergüenza cuando le hacen un cumplido, la misma que vuela por los aires pensando cosas que ya no serán, la que cuando tiene que dibujar siempre hace un hada, flores y mariposas. Esa sigo siendo, la que está resignada a su rutina, la que cuido más que nada porque en estos momentos de mi vida ya no quiero más sobresaltos, solo quiero estabilidad y algo seguro de lo que pueda afirmarme, no algo que prometa estar siempre, sino algo que simplemente lo esté.
Amanda llora porque se cansa, porque se aburre, porque se agota, pero ya no por estar feliz·~