martes, 2 de marzo de 2010

Desplome

La rutina consistía siempre en lo mismo. Llegaba a su casa, saludaba con cara de cinismo a mis suegros y me iba directo a su pieza donde no salíamos más de ahí hasta el anochecer. A veces partíamos con juegos como el "strip-poker" a veces me hacía la sumisa y él me dominaba. Pero esos eran casos especiales, por lo general aniversarios, cumplemeses o cumpleaños. Todos los demás días era igual. En invierno meterse bajo las sábanas y quitarse lentamente la ropa. Él me besaba y a esas alturas yo no quería nada, tan solo estar con él y si tenía que hacer lo que él quisiera para hacerlo, entonces así era. No niego lo placentero que era al comienzo, sentir el sudor de nuestras pieles mezclándose, tener esas cosquillas que me recorrían todo el cuerpo, tener esos quejidos que le daban un plus a la situación... pero con el tiempo se fue perdiendo. Ya nada era nuevo, todo era igual, era casi como un contrato. "Ponte así, yo asá, estemos tanto minutos y te vistes luego porque vendrán mis papás" esas frases fueron quitando la diversión. A veces estábamos en medio de una relación sexual y decía que debía ir al baño a orinar, pero que a la vuelta estaría igual que antes con algo de sexo oral. Con asco respondía que si, sentía ese sabor ácido de la orina en la boca y no debía quejarme porque si lo hacía además se enojaba conmigo. Y así recomenzaba más sexo sin ganas, yo poco menos fingiendo y él apuradito, como si se le olvidara que lo que hacíamos era entre dos. Y no comprendo aún esa afición de los hombres por el sexo oral, como si a las mujeres nos gustara mucho saborear sus poco sabrosos fluídos en nuestras lindas y limpias bocas. Después de eso recuerdo me pedía eyacular en mi rostro porque le excitaba, así que ingenuamente la primera vez dije que si: EPIC FAIL. El semen se fue directo a mi ojo y ardió por el resto del día como si tuviese ácido en él. Tras ese incidente le dije que no lo haría nunca más, pero me rogaba por hacerlo y esta vez quería que me lo tragara. No sé de a dónde salieron las fuerzas para hacerlo. Sentí esa vez un líquido tibio en mi boca, viscoso y amargo y me dijo "trágatelo" y pensé que tomaba el chocolate caliente más rico del mundo; mentía. Grandes fueron los esfuerzos para no vomitarlo encima de él pero fallé, una mezcla poco sexy cayó directo en sus perfectos abdominales.
Si no eran sus peculiares fantasías era el frío del invierno que, cómo decirlo, no dejaba que su aparato reproductor funcionara bien. "No me saques la frazada que me da frío y no funciona bien" o "No me destapes que el cambio de temperatura hace que me sangre la nariz" o "No hagamos esa posición que a ti tanto te gusta porque se me acalambran las piernas, hagamos mejor esta otra" y tras tantos peros ya empezábamos y terminábamos en la misma posición: yo dándole la espalda y tendidos en la cama. Y siempre lo mismo, cuando le pedía que me acariciara para excitarme me decía "No es que es incómodo desde aquí, mejor hazlo tu" así que, nunca le dije, pero el último tiempo fui responsable de mis propios orgasmos.
Los últimos días de nuestra relación eran no más de 20 minutos, en la misma posición, calladitos y cuando terminábamos debíamos vestirnos en caso de... Todo se volvió monótono, todo se volvió rutina, nada era novedoso por querer quedarse con lo más cómodo y ya casi teníamos horarios para tener sexo. Pregunto yo ¿cuánto se puede durar con ese tipo de sexo? yo duré 1 año, miento. Fue un poco menos porque al principio no tengo quejas. 6 meses teniendo sexo de mierda como rutina y base de una relación que no funcionaba. En resumen, la oxitocina te ciega y te crea dependencia emocional de un saco e weas que no es capaz de satisfacerte en lo mas mínimo por querer estar bien solo él. Y además después lloramos cuando perdemos al pelotudo cabeza de pene...

No hay comentarios: