domingo, 19 de julio de 2009

Los caminos de la plaza


Él irá a aquella plaza con toda la decisión de decirle lo que ha sido de él, con la intensión de hacerle saber lo mal que lo ha pasado desde que ella se fue. Le cantará una canción como en los tiempos perdidos de ayer. Ella caminará con desgano a esa plaza, llegará atrasada porque su actual pareja le habrá hecho retrasarse, lo verá sentado mirando al piso desde lejos pero al acercarse se pondrá de pie de la banca en que está y la saludará, ella le corresponderá el saludo pero con más frialdad como con ningun otro. El viento soplará más fuerte que de costumbre, perdidos amantes, intentará llevarse el amor a otro lugar, a uno donde sepan aprovecharlo bien. Tomará los recuerdos de los besos compartidos y los desparramará sin sentido, agitará los delicados cabellos de ella y les hará soltar el aroma del enamoramiento, los llevará no tan lejos. La lluvia caerá mansamente sobre sus cabezas, se miraran sin vergüenza, las lágrimas se perderán en sus mejillas junto a los recovecos de la tormenta; perecerán en el suelo. Se darán un abrazo.
A la distancia una mujer de cabellos dorados les mira con duda, no detiene en su caminar y les mira fijamente. Sus sentidos sienten un olor nuevo, algo la hace sentir sublime, importante. Sus mejillas se sonrrojan sin motivo apartente. En la otra esquina un hombre de piel morena mira a la antigüa pareja, se siente desconcertado, camina viéndoles fijamente. El viento le despeina los cabellos y la tierra húmeda lo hacen sentir especial, siente que puede amar.
La pareja da media vuelta en su nuevo andar, ella tropieza torpemente con el hombre de piel morena que la miraba, él choca con la mujer de cabellos de oro que le observaba. Todos se fueron con lo que buscaron.

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