martes, 10 de noviembre de 2009

Hojas perdidas entre cuadernos

A pesar de la ruptura con el pasado siguieron compartiendo las costumbres de ayer, como ir juntos a comprar un pie de limón y degustarlo con alguna conversación banal. Él la visitaba con frecuencia incierta, podían a veces verse hasta 3 veces a la semana o no saber nada del otro en más de un mes. Tras una larga espera él le confiaba lo mucho que la extrañaba y hacía promesas para sentirse más ligado a ella aunque ya no lo estuviera. Al principio ella le creía y esperaba con devoción ver cumplir aquellas promesas. No se quejaba del todo ya que algunas se cumplían (las más medulares) pero esas que le daban un sabor distinto a lo cotidiano siempre quedaban en el tintero. La reacción a esta falta de compromiso a ella la hacía sentir ínfima en un universo lleno de paridades ancestrales. Sentía como un mundo fluía a su alrededor mientras ella se quedaba estancada, nisiquiera en el pasado, sino en el eterno presente que parecía estar viviendo apenas gracias a los somníferos que le dio su madre desde AQUEL día.
Él no era nada tonto, es más gozaba de una astucia casi de otro mundo que lo hacía proveedor de secretos casi inalcanzables, casi porque solo ella los conocía todos y cada uno de ellos. Solo ella podía subtitular la película en la que él estaba sumido desde ESE día. Nadie más ha podido decifrar semejantes ideas perdidas en un cuerpo de hombre. Es por esto que ella se apenaba. Porque creía conocerlo tanto que lo creía incapaz de romper una promesa en el momento más indebido. Sentía que se le escapaba de las manos y que no podía hacer nada para deterle salvo poner en práctica la indiferencia que le había enseñado la vida. Fue así como con el tiempo le restó importancia no solo a las promesas inconclusas sino también al cariño que les había mantenido aferrados tras 6 meses después del término de su noviazgo.
A esas alturas ella ya no esperaba nada de él, de tal manera que si aparecía de sorpresa ella se llenaba de júbilo o si no sabía nada de él a ella no le iba ni le venía, porque desde ESOS días que quería velar por ella y su integridad en vez de intentar interceder entre el resto para verlos prosperar.

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