viernes, 6 de noviembre de 2009

Disgusto


Que congoja más grande me provocan las frutillas degustadas tras una larga siesta. Pobre ellas que se esmeraron toda su vida por este momento y que la gente dijese gustosa "¡Que frutillas más deliciosas!", pero no siento su sabor.
He debido agregarles azúcar para que el jugo me hiciese cambiar de opinión; erré. Mi padre me matará cuando sepa como desperdicié azúcar en vano.
Sigo comiéndolas aun sin perder la esperanza de que mis sentidos despierten y saboreen semejante manjar, porque sé que el día de mañana querré comer y probablemente no estén.
Pobres frutillas, a mi gusto no gustaron y me dejaron sumergidas en la congoja.
Que congoja más grande me provocan las frutillas degustadas tras una larga siesta.

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