miércoles, 12 de agosto de 2009

A medio camino


Cada vez que la visito es igual. Y es que con ese ritmo de "vida" cualquiera se convierte en lo que es ahora ella. Quién lo diría... mi abuela se la pasa los días encerrada en si misma, en los pocos sentimientos que el Alzheimer aún no le quita. De vez en cuando la oigo llorar por su padre, por no saber dónde está ni si volverá, quienes la cuidamos le decimos que su papá ya vendrá, se sentará en la mesa a tomar once con ella si se porta bien.
Y así se pasa el día, esperando a que su papá la pase a buscar a esa casa que ahora está llena de extraños y que alguna vez fueron su familia. Espera el día entero a que llegue la señora que la cuida con un té para ella y ver si con eso se cumple el tan anhelado reencuentro, pero nada ocurre. Lentamente el té se acaba y se enfría, mi abuela mira por la ventana acaso su padre la acompañará con una taza, pero no sucede nada.
Del té ya no queda nada y ya es hora de acostarse, mi abuela llena de ira grita con la poca voz que le va quedando, se desquita con todos nosotros que le mentimos todos los días y jugamos con sus sentimientos de niña chica, golpea con fuerza esa mesa que espera ver alguna vez con su papá.
Pero ella no entiende... que ni aunque se lo devolviéramos a la vida lo vería porque sus ojos se están apagando y después de las 6 de la tarde no logra ver nada, solo penumbra. Aunque hiciera que su padre le hablara ella no reconocería su voz. Aunque la tratara de "Hija mía" ella no recordaría lo que es un papá.~

No hay comentarios: