domingo, 23 de agosto de 2009

Labial carmesí·~



Yo tendí ese manto rasgado sobre mi almohada
cuan niño con juguete nuevo
y suspiré aromas lascivos.
De ilusa recibí el trofeo,
de entre los siete mares
elegí quien se hace llamar pacífico
pero cuyas torrentosas aguas erosionaron
la arena adherida a esta piel canela.

Mis venas como ríos clamaron por más
de eso que las doncellas llaman amor,
estos hilos descendientes de mi cabeza
usurparon cuanta razón existió
dejando no más que la percepción
y la desolación del fruto, ahora incompleto, prohibido.

Remecientes cueros danzantes,
cuyo infierno latente entre tu pecho,
desconcertado sueño hiriente
perdido entre las sienes florecientes
y la idealización de la mente.

Sintió el labial carmesí el beso nocturno,
atrapado tras bambalinas de aguas saladas,
el fulgor del atardecer de colores amargos
y las bienaventuranzas extraviadas en un libro.

Cantó el alma lágrimas dulces
sobre copas saturadas de vino amable,
compañero innegable, mientras el gélido espectro
hizo de las suyas con la amabilidad impresa
en la sonrisa desaparecida de su faz
y el brillo apacible de sus ojos achocolatados
cuyo pasado fueron acompañados por perros traicioneros
que en camino dejaron botados·~

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