domingo, 7 de febrero de 2010

El tiempo pasa y nos hacemos viejos...

Que impresionante es la naturaleza y su influencia sobre el ser humano. Como con el tiempo nos vamos poniendo viejos, los pechos se nos van cayendo, el pelo se nos pone blanco y la espalda se nos va encorvando. Caminamos con dificultad, hablamos sin coherencia y recordamos poco. No controlamos nuestros actos ni nuestro cuerpo, es como un retroceso. Volvemos a las actitudes de niños, lloramos para obtener lo que queremos, dormimos todo el día, dependemos, nuevamente, de otro. Nuestros ojos se pierden en la nada al igual que nuestros pocos pensamientos. Sentimos que tenemos la necesidad de hacer mil cosas cuando en realidad lo único que queremos es descanzar, pero nos rehusamos a esa idea porque nos hace sentir cercanos a la muerte. Y todos estos cambios, ¿por qué? ¿para qué? ¿qué es lo que hace envejecer al ser humano? ¿por qué el ciclo de la vida acaba en la muerte? ¿acaso tan débiles somos? ¿tan poco dueños de nuestro destino? Atascados nuestros ideales en un cuerpo que se desmorona con los años, lo único que nos hace tener algo de control es el decidir sobre nuestras acciones, pero ¿por qué hay algunos que perdieron o simplemente no tienen esa capacidad? ¿cuál ha sido su objetivo en la vida? ¿por qué algunos poseen libertad y otros no? El mirar al arrededor confunde a los ojos y les llena de desconcierto. Y no queda más que entender que la evolución conlleva involuciones, que un todo no lo es todo, sino la mayoría de sus partes. Que a final de cuentas una sonrisa lo es todo en este universo lleno de interrogantes, entonces ¿qué esperas para sonreír y ser feliz?

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