martes, 22 de marzo de 2011

(por continuar)

La verdad es que hubiese preferido a esas horas (16.00 hrs.) irme a casa a hacer nada, mandar a la mierda esa cita con ese amigo y tirarme en mi cama a mirar tranquila y profundamente el blanco techo y la polilla que lleva ya 2 días allí.
-Qué harás ahora?- preguntó mi compañera de universidad
-Mmm... iré al cinearte Normandie.
Ni idea de porqué en ese instante se me ocurrió eso, debió ser porque siempre paso por ahí y nunca tengo el valor de entrar sola al cine, eso hasta la semana pasada en que vi en cartelera esa película que no pude ver con un amigo por embrollos de un concurso que nunca gané y me decidí a ir sola. Así es que al pasar por fuera del cine, como ya me era costumbre, vi el precio de la entrada estudiante ($2000) y me quedó la idea de la próxima vez que tuviera esa cantidad de dinero en mi billetera, iría. Así fue.
Caminé sin apuros ni mayor compañía que mis ganas hacia el cine. Estaba a una cuadra de ellegar cuando siento esos nervios de primera vez en algo. Comencé a dudar sobre si estaría abierto o no, si podría pagar precio estudiante, su habría función a esa hora... etc. Cuando llegué me quedé un par de minutos en la etrada viendo la cartelera, cerciorándome de que estuviese aun la película que quería ver y en el horario que yo quería. Leía y releía los horarios como aun dudando de si ntrar o no. Mientras estaba de pie ahí miraba cautelosamente conla mirada la boletería, hasta que mis ojos se posaron en una pequeña caceta que parecía estar cerrada. Caminé hacia ella y a través de un vidrio de podía ver un señor de cabello canoso, arrugas y unos 70 años de edad. Recién ahí saqué mi billetera de Winnie the Pooh de mi bolso y tomé el dinero mientras el anciano estaba sin moverse tras ese vidrio. Surgió un incómodo silencio sin interacción mientras contaba el dinero y el caballero no me dirigía ni una mirada ni una palabra así es que para romper el hielo le pregunté:
-¿Aquí se compran las entradas?
-Efectivamente, señorita - respondió amablemente.
Tras esa pequeña pregunta el anciano empezó a como se dice en Chile "Agarrar papa". De la nada saca su mano por la pequeña ranura que dejaba el vidrio para hacer el traspase de dinero por entrada y tomó mi colgante de robot. "Que bonito" dijo con cierta picardía, a lo que respondí con una sonrisa. Al entregarle mis $2000 le digo que si es necesario que le muestre algo que acredite mi situación de estudiante, me respondió "Si usted quiere me muestra lo que quiera" y me miró de arriba a abajo. Con algo de impresión, cortesía y algo de seguirle el juego le dije que porfavor no se desviara del tema, que si acaso necesitaba mi credencial universitaria. En eso se la mostré y me pregunta que qué estudio (típica pregunta cuando dices que estás estudiando en la universidad). "Psicología" - "¡Ah! bonita y además inteligente, ¡usted las tiene todas!" Respondí con una sonrisa (no es por creerme el cuento pero cuando digo que estdio psicología siempre tengo la misma respuesta, así es que a estas alturas ya poco me impresionan esas palabras), tomé mi ticket y me dirigí a la entrada del cine.
Me cortaron la entrada y me dicen "Bienvenida, pase adelante" Oh Dios mio, creo que nunca antes me había sentido tan bienvenida verdaderamente en un lugar con esa palabra, fue algo casi mágico, como si escuchase eso por primera vez.
Al entrar al cine me sentí más en el teatro que en el mismo cine. Largas cortinas como telones, butacas como sillas acolchadas y poca gente, de la cual su mayoría era adulto mayor. Entré a la sala y me senté en los asientos traseros justo un par de minutos antes de que comenzara la película.

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