Te quiero,
sin vueltas ni giros,
sin pataletas ni respiros,
te quiero.
Te envidio,
por quedarte con algo,
por tener un pedazo,
porque tendrás algo
(aunque no sea conmigo)
Pero a veces cuando llega la helada,
no te quiero ni te envidio.
Cuando tengo frío te necesito.
Y no me queda más que buscar
entre los recónditos lugares,
encerrarme en la retórica
y en los recuerdos de un nunca jamás.
En este tiempo de otoño
recuerdo las promesas rotas de ayer,
el futuro borroso, el pasado aciago,
y no me queda más que mis manos
y mis pies para caminar.
¡No! es que a veces no puedo más
no se cargar con el peso del desamar
Y con la idea de que con otra estás...
No hay comentarios:
Publicar un comentario